La pitarra de vino es un recipiente empleado para almacenar vino. Es de uso habitual en la región de Extremadura. La pitarra es una vasija de barro empleada desde la antigüedad para almacenar los vinos caseros.
El proceso de elaboración artesanal y familiar del vino le otorga un sabor y aroma particular, que lo distingue de una bodega a otra.
Características del vino de pitarra extremeño
La producción del vino casero es un asunto familiar que marca las características finales del producto:
Tanto la producción como el proceso de recolección de las uvas se hace de manera totalmente artesanal. Las uvas recogidas se pisan y el producto se coloca en tinajas de barro para favorecer el proceso se fermentación.
- La graduación alcohólica de la pitarra de vino es generalmente alta, entre el 12 y el 15 %.
- Tradicionalmente, el vino pitarra era blanco, empleando las variedades de uvas blancas Alarije, Borba y Pedro Ximénez.
- Hoy en día se emplean variedades de uva tintas Bobal, Garnacha y Cencibel, aunque también destaca el uso de Chardonnay o Cabernet Sauvignon.
- Normalmente, el proceso de fermentación puede durar entre 15 y 20 días. Por lo general no se añaden químicos en el proceso de producción.
- Se procesan cosechas pequeñas, representando un proceso de características familiares
El vino resultante es el resultado de la experiencia acumulada en los productores y del compromiso asumido para la producción de un producto de calidad.
Elaboración de la pitarra de vino
Como en todo vino casero, el proceso de producción empieza con la recolección de la uva, la cual se recomienda se realice a primera hora en la mañana, evitando que las uvas se dañen por el calor de la mañana.
El proceso de producción del vino es totalmente manual. Las uvas se pasan por una despalilladora, para separar la fruta. Posteriormente, la uva se prensa y finalmente se estruja, obteniendo el mosto, el cual se lleva a las pitarras para favorecer así el proceso de fermentación natural que se produce.
La fermentación se realiza como parte de un proceso natural, sin control de temperatura y por más de veinte días. Las pitarras se mantienen en un lugar fresco y oscuro hasta completar el proceso. Las pitarras se mantienen abiertas durante todo este tiempo y se remueven continuamente, facilitando el movimiento de los gases que se forman hacia la superficie.
El proceso se completa cuando cesa la aparición de gases, observándose el cese de actividad en la mezcla. El producto se lleva a otra pitarra, que es cerrada herméticamente y se mantienen aisladas por varios meses, Finalmente se realiza el último trasiego, donde el vino casero es llevado al depósito final para su maduración.